lunes, 28 de diciembre de 2009

El venerable silencio de los bancos

Hoy me encontraba aguardando mi turno en la cola del banco cuando, de repente, una pregunta asaltó a mi mente: ¿por qué todo el mundo susurra en este lugar? Y es que, resulta lógico que las personas que se encuentran siendo atendidas por el personal de la oficina, dado el carácter financiero de los tratos a realizar, guarden un cierto recato y moderen su volumen de voz. Pero por qué hacen lo propio aún los últimos de atrás en la cola, aquellos que casi se sitúan junto a la puerta de entrada -o salida- y en nada deberían preocuparse porque las personas cercanas escuchen sus intrascendentes conversaciones.

Enseguida me puse a elucubrar, posiblemente por el aburrimiento debido a la tediosa espera, una respuesta convincente a la cuestión, y aunque no sean más que desvaríos propios de un momento ocioso, he creído interesante compartirlos en este espacio. Así pues, el pensamiento esencial que alumbró en mi cabeza fue el del 'Banco' como moderno templo de ceremonias heredero de la tradición eclesial. Dicho así suena un tanto rimbombante, pero no lo es tanto si se argumenta adecuadamente. Porque a nadie se escapa que la Iglesia hace mucho que perdió el lugar de honor en la sociedad del que gozó en épocas pretéritas. Y no precisamente por sus propios errores -que los ha cometido, y muchos-, sino por la propia evolución de esa misma sociedad desde un estadio previo en que la vida espiritual era fundamental hasta un estadio actual en que lo material ha ocupado su lugar. Este progresivo cambio que ha ido desacralizando paulatinamente los otrora espacios sagrados incuestionables podría haber dejado un vacío psicológico en el inconsciente colectivo de la sociedad. Un vacío que, también inconscientemente, habríamos ido rellenando con nuevos espacios a los que dotar de ese 'aura' de veneración que tuvieron los recintos religiosos, y que no habría encontrado mejor depositario que el edificio donde el nuevo dios de la modernidad, el dinero, tiene su morada.

Los bancos se convierten, de esta manera, en el sustituto de las iglesias como lugares donde llevar a cabo el principal de los ceremoniales en que participamos de nuestra sociedad, es decir, la transacción económica. Y por todo ello, y por el ancestral respeto que hacia estos actos, antes litúrgicos, ahora económicos, mostrábamos y continuamos mostrando consciente o inconscientemente, es por eso que susurramos en vez de hablar en el interior de una entidad bancaria.

FRAN.

1 comentarios:

Frangarod dijo...

Todo esto, evidentemente, no es más que una broma, aunque casi me queda fuera de día, pues no tuve tiempo de escribirla antes en el blog. Pero en cualquier caso, no se preocupen por mí, que -todavía- no me he vuelto loco.

Espero que hayan tenido un feliz día de los Santos Inocentes.