jueves, 11 de junio de 2009

Los Hijos de Húrin

"Así pues Húrin fue llevado ante Morgoth, porque éste sabía, por sus artes y sus espías, que Húrin tenía amistad con el rey, e intentó intimidarlo con su mirada. Pero aún no era posible intimidar a Húrin, que desafió a Morgoth. Morgoth lo hizo entonces encadenar y le dio lento tormento. Al cabo de un tiempo, fue a donde él estaba y le ofreció la posibilidad de escoger entre ser libre de ir a donde quisiera o bien recibir poder y rango como el mayor de los capitanes de Morgoth, si se avenía a revelarle dónde tenía Turgon su fortaleza y todo lo que supiese sobre los designios del rey. Pero Húrin el Firme se mofó de él, diciendo:
-Eres ciego, Morgoth Bauglir, y ciego serás siempre, pues tan sólo ves la oscuridad. Desconoces las normas que rigen el corazón de los Hombres, y si las conocieras no sabrías acatarlas. Pero necio es quien acepta lo que Morgoth le ofrece. Primero te quedarías con el precio y luego faltarías a tu promesa; y si te dijera lo que pides, yo sólo obtendría la muerte.
Entonces Morgoth rió, y dijo:
-Quizá acabes pidiéndome la muerte como una merced.
Entonces llevó a Húrin a la Haudh-en-Nirnaeth, que por entonces estaba recién construida, y en ella se respiraba el hedor de la muerte; y Morgoth lo puso en lo más alto de la cima y le ordenó que mirara al oeste, hacia Hithlum, y que pensara en su esposa y en su hijo y en el resto de los suyos.
—Porque ahora moran en mi reino —dijo Morgoth—, y los tengo en mi poder.
—No los tienes —respondió Húrin—. Pero no llegarás a Turgon a través de ellos; porque ellos no conocen sus secretos.
Entonces la cólera dominó a Morgoth, y dijo:
-Pero sí te tengo a ti, y llegaré a toda tu maldita casa; y os quebrantará mi voluntad, aunque estéis todos hechos de acero. -Y diciendo esto, alzó una larga espada que allí había y la quebró ante los ojos de Húrin, y un fragmento le hirió en la cara; pero Húrin no se doblegó. Entonces Morgoth, extendiendo el largo brazo hacia Dorlómin, maldijo a Húrin y Morwen y a sus hijos, diciendo-: ¡Mira! La sombra de mi pensamiento caerá sobre ellos dondequiera que vayan, y mi odio los perseguirá hasta los confines del mundo.
Pero Húrin replicó:
-Hablas en vano. Tú no puedes verlos ni gobernarlos desde lejos; no mientras conserves esta forma, y desees aún ser un rey visible en la tierra.
Entonces Morgoth se volvió hacia Húrin, y dijo:
-¡Necio, insignificante entre los Hombres, que son ya lo más insignificante de cuanto habla! ¿Has visto a los Valar, o medido el poder de Manwé y Varda? ¿Conoces el alcance de su pensamiento?
¿O crees, quizá, que ellos te tienen presente y que pueden protegerte desde lejos?
—No lo sé —contestó Húrin—. Pero bien podría ser así si ellos lo quisieran. Porque mientras Arda perdure el Rey Mayor no será destronado."

J.R.R. Tolkien.

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