lunes, 4 de diciembre de 2006

Spielberg desnuda al asesino en "Munich"



La genialidad de Steven Spielberg está fuera de toda duda, y una vez más, la demuestra con otra magnífica película que deja patente su buen oficio. Su dominio del género dramático es similar al que ya nos tiene acostumbrados en el fantástico, y tras aquella brillante y estremecedora adaptación de la novela de H.G. Wells “La Guerra de los Mundos”, nos ofrece una historia de gran crudeza en “Munich” donde, en mi opinión, supera ampliamente al film anterior.

Esta película, también basada en un libro, “Vengeance”, de George Jonas, narra los sucesos acaecidos tras el atentado de las Olimpiadas de 1972, en que un grupo de atletas israelíes fueron asesinados por terroristas palestinos. Como respuesta a aquellos crímenes, Israel envía a cinco agentes del Mossad a “cazar” y eliminar a las 11 personas que supuestamente habían organizado la matanza de Munich y que, viajando por medio mundo, irán acometiendo su misión a un muy alto precio personal y humano.

Lo primero a destacar en “Munich” es su excepcional fotografía, obra una vez más del polaco Janusz Kaminski, habitual colaborador de Spielberg desde la magistral “La Lista de Schindler”. La ambientación que recrea es perfecta, y nos sumerge de lleno en la estética de los 70, barnizada con una gama cromática que en ocasiones nos hace dudar si estamos viendo una película o un documental.

Los actores están soberbios, empezando por Eric Bana, que encarna al líder del grupo (Avner) y sostiene el peso interpretativo del film con una solidez intachable. Daniel Craig –el próximo James Bond– también borda su papel de frío asesino carente de conciencia; Mathieu Kassovitz (en la piel del torturado Robert) y Ciaran Hinds, dan la talla como agentes que pronto empiezan a dudar de sus actos; y Hanns Zischler cumple holgadamente en un papel menor. Mención aparte merecen Geoffrey Rush que, como siempre, se luce en el rol del odioso Ephraim, y Michael Lonsdale, cuya encarnación del Papá, mercenario de la información con tintes de imposible ética, resulta sobresaliente.

En cuanto a la trama y su desarrollo, la película comienza de manera frenética con los acontecimientos de Munich y sus inmediatas consecuencias en un juego de planos que mantienen al espectador con los ojos clavados en la pantalla. El ritmo luego desacelera para continuar con el viaje de los cinco agentes por varias ciudades europeas en cumplimiento de sus objetivos, todo ello relatado con gran brillantez. Y luego vuelve in crescendo a partir del suceso del yate en Amsterdam para terminar en una vorágine de acontecimientos con fatales consecuencias para todos los personajes en uno u otro sentido.

La crudeza con que Spielberg narra los hechos de esta película es sobrecogedora, teniendo su culmen en el asesinato de la mujer. Este momento tragicómico recuerda más al sarcasmo sádico de un Michael Haneke en “Funny Games”, que a nada de lo que antes hubiera hecho el director americano.

Sin embargo, lo más reseñable de “Munich” es la distinta evolución psicológica de los personajes, formidablemente trazada; desde el cada vez más fanático Steve (Daniel Craig), al progresivo desmoronamiento de Robert; siendo Avner el que tiene una evolución más ajustada a la propia del film. El papel de Bana es el de un hombre bueno que empieza convencido de la justicia de su misión, pero que poco a poco va percatándose de lo que en realidad es: un asesino. Esta transición de su pensamiento, muy lenta en un principio, se precipita vertiginosa a raíz de la muerte de Carl (Ciaran Hinds) y el despiadado crimen de la mujer. A este respecto resulta memorable la escena de la cuenta atrás en que las fobias de Avner se hacen realidad mientras Robert fabrica su “juguete”; o aquella otra casi al final en que imagina el asesinato de los atletas judíos mientras yace con su esposa y que culmina en un clímax que le hace plenamente consciente del daño irreparable sufrido por su alma.

El conflicto palestino-israelí está omnipresente en toda la película, de tal manera que los años 70 se nos hacen muy cercanos, puesto que los hechos narrados en “Munich” no han perdido ni un ápice de vigencia. Nadie ha quedado contento con el trabajo de Spielberg, ni un bando ni el otro, lo que solo demuestra que la película está hecha con la mayor imparcialidad posible. Cierto que la historia se nos cuenta desde la óptica israelí, pero no podemos hablar aquí de panfleto político alguno. No hay ni buenos ni malos, no hay final feliz ni final, solo perdedores; los protagonistas de un drama de pasado inmemorial y de futuro tremendamente sombrío.

La conclusión es que la violencia solo engendra violencia y el mal es ejercido igual por unos que por otros. Treinta años después todo sigue igual y la paz se nos antoja aún muy lejana.

FRAN.

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Steven Spielberg.
País: USA.
Año: 2005.
Duración: 164 min.
Género: Thriller, drama.
Interpretación: Eric Bana (Avner), Daniel Craig (Steve), Ciaran Hinds (Carl), Mathieu Kassovitz (Robert), Hanns Zischler (Hans), Geoffrey Rush (Ephraim), Ayelet Zurer (Daphna), Omar Metwally (Ali), Ami Weinberg (General Zamir), Michael Lonsdale (Papa), Valeria Bruni Tedeschi (Sylvie), Yvan Attal (Tony), Lynn Cohen (Golda Meir).
Guión: Tony Kushner y Eric Roth.
Producción: Kathleen Kennedy, Steven Spielberg, Barry Mendel y Colin Wilson.
Música: John Williams.
Fotografía: Janusz Kaminski.
Montaje: Michael Kahn.
Diseño de producción: Rick Carter.
Vestuario: Joanna Johnston.

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