Algunos pobres idiotas entre los que me incluyo creímos en su momento que el señor Hugo Chávez Frías sería la tabla de salvación para un país -Venezuela-, que iba a la deriva. El tiempo, demasiado poco para mi gusto, nos ha dado un bofetón bien fuerte para que no caigamos otra vez en el error de confiar en un ex-golpista ataviado de presidente para dirigir los destinos de una nación.
La democracia muere cuando la libertad de pensamiento de un pueblo es cercenada. Y, desgraciadamente, este hecho se está produciendo en Venezuela con el cierre de Radio Caracas TV. Su delito, criticar negativamente al gobierno de Chávez; su condena, el más absoluto ostracismo.
"Es tan cuestionable una dictadura militar como una mediática", ha dicho el representante gubernamental Manuel Villalba, explicando que el deseo de Venezuela es "democratizar la señal" de RCTV y ofrecer una vez que se venza el plazo (a partir del 28 de este mes) más contenidos culturales y formativos para el país. "Queremos información veraz y objetiva", subrayaba. Habría que cuestionarle al señor Villalba, y en última instancia a su presidente, qué entienden por información veraz y objetiva y, naturalmente, por democracia. ¿Será acaso una democracia a la carta donde esa veracidad y objetividad emanan del propio gobierno?
Tiemblo al pensar en la paulatina implantación de un pensamiento único en Venezuela. También al recordar a un viejo ministro de otra nación que ofrecía a su pueblo esos mismos "contenidos culturales y formativos para el país". Se llamaba Joseph Goebbels.
FRAN.
Hace 7 horas
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