lunes, 13 de abril de 2009

La Ola

Autocracia: Sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley.

Con esta palabra escrita en la pizarra de un aula empieza un proyecto que el profesor Rainer Wenger (Jürgen Vogel) propone a sus alumnos con el fin de demostrar cómo se crea y cuál es el funcionamiento de un gobierno totalitario. Una iniciativa interesante desde un punto de vista didáctico, pero de insospechadas consecuencias al vertirse sobre la permeable mentalidad de un grupo heterogéneo de adolescentes.

Unos días más tarde de iniciado el experimento, lo que, a priori, constituían un puñado de ideas inocuas como la disciplina, el sentimiento de comunidad o el apoyo mutuo entre compañeros, comienzan a transformar a la clase en un “ejército” compacto y sin fisuras que ven en Wenger a un nuevo “führer”, capaz de canalizar sus frustraciones y anhelos en lo que, sin pretenderlo, se convierte en un auténtico movimiento que va a trascender el espacio del aula y a diseminarse como un virus por el instituto y la ciudad que lo alberga. Para entonces “La Ola” es una realidad, y ni siquiera su creador será capaz de detenerla; un “monstruo” así solo puede pararlo el desastre.


La cuestión fundamental que plantea la película de Dennis Gansel, y que podemos ver en los carteles promocionales de la misma, reza: “¿Creías que no se podría repetir?” Y es la misma pregunta que a todos, ya en tiempo presente, nos ronda por la cabeza tras visionar “La Ola”. Pero, aunque lo más fácil sea en ese momento dar un sí rotundo, no es una respuesta concluyente sin echar primero una ojeada a la historia y comprobar por qué “sí” sería posible. En esa aseveración tienen parte de culpa los créditos iniciales, pues nos dicen que la película está basada en un hecho real, y ello facilita un punto de partida a nuestro análisis particular.


Indagando un poquito por la red me encontré con unos sucesos similares a los que se narran en este filme, y que acaecieron en una escuela superior de Palo Alto (California), en 1967. Allí, un profesor de historia llamado Ron Jones, mientras enseñaba a sus alumnos las características del nazismo, y para contestar a varias preguntas del tipo: “¿Cómo pudo el pueblo alemán alegar su ignorancia del genocidio judío?”, realizó con ellos un experimento de simulación de un régimen totalitario en el que él mismo
se erigía en líder supremo, y su clase en una sólida masa dispuesta a acatar sus instrucciones de manera incondicional. El “juego” para demostrar con cuánta facilidad se puede caer en la autocracia pronto dejó de serlo para dar lugar a un movimiento real que Jones había denominado “The Third Wave” (“La Tercera Ola”), pero que fue mucho más allá de lo imaginado, pues al cautivador llamamiento de su líder de que revolucionarían el mundo, sus miembros pronto se convirtieron en una auténtica “marejada” en extremo peligrosa. De hecho, a los pocos días los alumnos comenzaron a espiarse los unos a los otros, y a acosar a quienes no se adherían al grupo o no acataban sus normas. El asunto tomaba un cariz tan feo que el profesor hubo de poner fin al experimento antes de lo previsto, solo cinco días después de su puesta en marcha, y lo hizo mediante la proyección de un video sobre Adolf Hitler y las Juventudes Hitlerianas en el que todos, incluido él, se reconocieron. Unos años más tarde el profesor Jones publicó sus reflexiones sobre la experiencia bajo el título de “La Tercera Ola”, aunque fue el escritor Todd Strasser, posteriormente, quien recogió los hechos de Palo Alto en su best-seller “La Ola”.

Este suceso, que no podemos considerar como algo aislado e incidental, constituye un precedente a tener muy en cuenta a la hora de responder de manera afirmativa si sería posible una repetición de la historia, aunque como veremos, la realidad supera con creces a la ficción (o a la simulación, en el caso que nos ocupa). Y es que los ingredientes básicos para el surgimiento de una autocracia son siempre los mismos. Tomemos a un pueblo con un elevado grado de insatisfacción vital por cualquier razón de peso: precariedad económica, hambre, guerra, inestabilidad social… y démosle una “tabla de salvación” en la forma de un líder carismático que prometa solventar todos sus males. Luego ofrezcámosle algo de “pan” para demostrar la realidad de nuestras intenciones y manipulemos convenientemente sus conciencias con un discurso atractivo que ponga todo el énfasis en la consecución de sus sueños y esperanzas. Finalmente, cuando lo tengamos entregado a la causa, no permitamos la libertad de pensamiento; mantengámoslo unido componiendo una masa uniforme en torno a una serie de “ideas básicas del movimiento” (Ideología) y restringiendo toda iniciativa individual a su mínima expresión. Y ¡voilà!, ya tenemos nuestra autocracia a pleno funcionamiento. ¿Qué quieren ejemplos reales? Pues a vuelapluma se me ocurre la conformación de la Unión Soviética con la figura de Lenin al frente, la propia Alemania del Tercer Reich en torno a la persona de Hitler, la Italia fascista de Benito Mussolini, la República Popular China de Mao Zedong o la Cuba de Fidel Castro. Y no quiero olvidarme de un caso actual que también va por “buen camino”, la Venezuela de Hugo Chávez.

¡Que Dios nos proteja de los “iluminados”! Palabra de agnóstico.

FRAN.

Para acceder a la web oficial de la película en español, pinchen aquí.
Una página interesante que comenta “La Ola” y sus implicaciones en profundidad la hallan aquí.
Si quieren también pueden ampliar datos en sendas entrevistas hechas a Dennis Gansel en El País y en Fila Siete.

Un gato encantado de la Luna la valora con un 7/10.

FICHA TÉCNICA:
Título original: Die Welle.
Dirección: Dennis Gansel.
País: Alemania.
Año: 2008.
Duración: 101 min.
Género: Drama.
Interpretación: Jürgen Vogel (Rainer Wenger), Frederick Lau (Tim Stoltefuss), Max Riemelt (Marco), Jennifer Ulrich (Karo), Christiane Paul (Anke Wenger), Elyas M'Barek (Sinan), Cristina Do Rego (Lisa), Jacob Matschenz (Dennis), Maximilian Mauff (Kevin), Ferdinand Schmidt-Modrow (Ferdi), Maximilian Vollmar (Bomber), Tim Oliver Schultz (Jens), Amelie Kiefer (Mona), Fabian Preger (Kaschi), Odine Johne (Maja).
Guión: Dennis Gansel y Peter Thorwart.
Producción: Christian Becker, Nina Maag y David Groenewold.
Música: Heiko Maile.
Fotografía: Torsten Breuer.
Montaje: Ueli Christen.
Vestuario: Ivana Milos.

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