domingo, 18 de marzo de 2007

"Arte" sin límites

En el arte "todo vale"; pero no "todo vale" en la vida. No "todo vale" en nuestra sociedad en el siglo XXI. O no debería valer.

El artista fotográfico J.A.M. Montoya (Badajoz, 1953), está siendo objetivo de fuertes críticas fruto de una polémica publicación que, con el singular nombre de "Sanctorum" (de los santos), recoge toda serie de imágenes e iconos de la religión católica en actitudes marcadamente sexuales cuando no explícitamente pornográficas.

La trascendencia de esta publicación no sería tal de no haber sido sufragada con fondos públicos de la Junta de Extremadura, lo que ha aprovechado la oposición en vísperas electorales para emplear como arma arrojadiza contra el gobierno de la región. Sin embargo, quiero dejar de lado en esta entrada los matices políticos y la encarnizada lucha que aflora entre los dos partidos mayoritarios de este país sobre todo el asunto. Mi objetivo es ceñirme única y exclusivamente al "hecho artístico" y a la definición del mismo en relación con su valor estético y, sobre todo, ético, que lleva intrínsecamente parejo.

No descubro la pólvora si afirmo que vivimos una época donde el "relativismo moral" campa a sus anchas. El "todo vale" con que introducía este comentario nos resulta más cercano que nunca. Pero, aún a riesgo de resultar redundante, repito que, en mi opinión, no todo vale. Y no todo vale porque todo en la vida tiene unos límites, y la absoluta relativización de valores que ciertos sectores de nuestra sociedad pretenden imponer me parece equivocada y hasta "peligrosa". Pienso firmemente que hay determinadas cuestiones que están por encima de la valoración que una persona o un colectivo hacen de ellas, que van más allá, incluso, de la tan idealizada "libertad de expresión". Esas cuestiones que podríamos denominar como metaculturales y también metahistóricas, aluden a una conciencia universal superior de lo que está bien y está mal. Soy consciente de que esta apreciación puede ser considerada errónea por muchos, y que me argumentarán que todo es cultural, pero me reafirmo en mi opinión. Todo ser humano tiene esa conciencia (aunque a veces sea inconsciente de sus actos) que le permite discernir cúando actúa correctamente y cuándo no; cuándo hiere y cuándo no; en definitiva, cuándo hace el bien y cuándo el mal. Por ello la libertad de expresión tiene también sus límites, y se encuentran en el punto en que con mi ejercicio de ella ofendo intencionadamente a otros. Así pues, el "todo vale" "no me vale" cuando sirve para sembrar discordia, odio y violencia, ni cuando consigue que unos estén contentos mientras otros tantos están jodidos.

La obra "Sanctorum", de J.A.M. Montoya es máxima expresión de ese "todo vale", y por ese motivo y por todo lo que hasta aquí he venido argumentando me parece reprobable. Considero que se trata de una obra de mal gusto porque ofende a un colectivo muy importante y de gran magnitud como es el cristiano. Me parece mala porque no encuentro justificación alguna en la transgresión planteada por el autor contra los pilares de una fe (con la que se puede estar más o menos de acuerdo). Y finalmente creo que es gratuitamente provocadora al hacer uso de los elementos más sagrados del cristianismo en una puesta en escena escatológica y grosera. Además, resulta contradictorio que se hable en la web del autor de una exaltación de la sexualidad independiente de religiones y creencias, "como valor positivo" (que nadie discute), y luego se muestre a la efigie de Jesucristo como un personaje depravado que practica la pederastia (en la imagen que acompaña a este post. A destacar los gestos del personaje y el título inequívoco de la fotografía). ¿Acaso la corrupción de menores es algo inherente a nuestra sexualidad? ¿O tiene que ser exaltado como tal? Y esto es un único ejemplo de todo un conjunto que solo puedo calificar como zafio y degradante, al margen de estéticamente discutible tanto desde un análisis formal como iconográfico.

FRAN.

Para quien aún sienta curiosidad por contemplar toda la obra, pinche aquí.

Para ver diversas opiniones al respecto, pinche aquí.

3 comentarios:

Candelaria Chávez Coello dijo...

Ciertamente, este es un tema bastante candente, dejémoslo ahí, a mi personalmente me afecta como católica antes que nada, pero también como ciudadana, como amante de la estética y como persona.

Mi pregunta es la siguiente: ¿qué es arte?, la respuesta la encontré hace algún tiempo en un artículo, decía lo siguiente: "arte es todo". Dicha respuesta me parece algo relativa, aunque resulte contradictorio, ya que según esto, arte puede ser unas gafas de sol colocadas estratégicamente sobre la mesa de entrada, o unos zapatos tirados en el pasillo, o un dibujo en la pared blanca de casa a causa de el roce de algún mueble que dejó su rastro, o el dibujo que dejan las olas en la arena de la playa, o cúmulos de basura provocados por la huelga de los trabajadores de las empresas de limpieza, o algunas telas de seda colocadas con delicadeza en los cajones de nuestro armario . . . un largo etcétera, no acabaría nunca.

Esa gran cita que anuncia "tu libertad termina donde empieza la mía" podría sernos de gran utilidad en este tema. Es una obra que ha herido a todos sin excepción, que ha utilizado fondos públicos, que ha hecho que el presidente de una comunidad autónoma pida disculpas . . .

En recientes declaraciones del polémico artista, afirmaba que sentía coartada su creatividad. Mi relación con el arte plástico es pura afición, en ningún caso experta, por lo tanto, soy incapaz de formular juicios estéticos. En todo caso, moveré las fichas del tablero hacia mi terreno con la siguiente idea: no imagino a ningún compositor, ni si quiera contemporáneo, con todos mis respetos, pero de todos es sabido mi gran afición clásica, componiendo una misa o un oratorio cuyo sonido principal sea por ejemplo el eco que pudiera producir de cualquier encuentro entre dos personas.

En definitiva, admiro el arte, y cualquier manifestación que de el se produzca, pero más aún me emociono con la belleza, así sean unas simples botas de montaña desgastadas entre las rocas. He dicho.

Ornelia Cabrera dijo...

El arte contemporáneo se bas en la provocación.En una cierta actitud, a veces no fundamentada con su nivel de talento. No entro a valorar si me gustan las fotos de la polémica o no. Pero han cumplido su objetivo. Han hecho posible el que la gente vuelva a debatir sobre arte. En cuanto a la ofensa de un determinado sector, el católico, no sé a qué viene tanto revuelo. Si se supone que estamos en un estado laico, no entiendo por qué nadie ha de sentirse ridiculizado por tomar prestada una iconología que no sólo pertenece a los cristianos, sino a la cultura en la que nos hemos desarrollado todos, ateos inclusive. Donde está aquello de poner la otra mejilla. Lo único a agradecer es que aún no se ha declarado ninguna guerra santa. En fin, me molesta este ppedir respeto con mayúscula que tienen todas leas religiones organizadas, que no practican ninguna de ellas. Yo también me puedo sentir muy ofendida cuando en semana santa las calles son cortadas para lucir imágines de un ser torturado, que dañan mi sensibilidad, pero he de respetar. Estas fotos no se recrean en la sangre, sino en los cuerpos desnudos, que mientras el nuevo testamento no diga lo contrario, todos los discípulos debían tener, debajo de sus túnicas...

Frangarod dijo...

Siento discrepar contigo, querida lulaby, pero me ratifico en todo lo dicho en el post. Es verdad que el arte contemporáneo se basa en la provocación (casi exclusivamente, lo cual me resulta muy triste, pero eso es otro tema...) y que, desde ese punto de vista, y solo desde ese, las imágenes de la polémica han cumplido, obviamente, su objetivo.

No es menos cierto lo que sostienes sobre las religiones "organizadas" en el mundo moderno, y ahí también estoy en total concordancia con tu opinión, pues la política del "A Dios rogando y con el mazo dando" es la más habitual en sus credos –a los hechos cotidianos alrededor del mundo me remito–. Sin embargo, no estoy de acuerdo con tu última frase. Yo no veo en esas fotos una mera recreación en los cuerpos desnudos -si lo viera así, jamás habría criticado negativamente las dichosas fotos-. Más bien observo una recreación en lo obsceno y en la pura y dura ofensa a un colectivo al que se le pueden criticar 100.000 cosas de forma demoledora, pero nunca así. El mero hecho de criticar mediante el insulto, que es la estratagema seguida por el artista en cuestión, desvirtúa esa función crítica -siempre loable en un estado laico-, y la convierte en objeto desdeñable por la sociedad que debía reflexionar a partir de la misma. Peor aún, este tipo de "arte" y la carga de profundidad que lanza solo consigue el peor de los efectos posibles, generar más extremismo en una sociedad cada día más sobrada de él.

Como dice Candelaria en su comentario, "tu libertad termina donde empieza la mía", y si ejerciendo mi libertad sobrepaso los límites de la tuya, solo conseguiré generar tensiones que pueden prender la llama de la violencia. Me repito y lo haré una y mil veces: "No todo vale". No, al menos si queremos convivir en paz los unos con los otros.