"Hacía poco que había empezado a definirse como artista, y un artista no necesitaba para nada la formación reglada. De hecho, esta interfería con su capacidad para sentir el Zeitgeist, para remontar las oleadas de cambio que arrollaban a la sociedad y responder de manera apropiada. En su opinión, Sanger estaba muy bien informado. Leía los diarios de Berkeley y a veces también revistas como Mother Jones y muchas otras sobre medio ambiente. No lo hacía cada mes sistemáticamente pero sí de vez en cuando. Aunque lo cierto era que solía mirar solo las fotos, el texto lo leía por encima. Eso era cuanto le hacía falta para conectar con el Zeitgeist.
El arte era una cuestión de sensaciones. Se trataba más bien de notar el efecto que producía vivir en un mundo materialista, entre lujos peripatéticos, falsas promesas y grandes decepciones. Lo que hacían mal las gentes de su tiempo era ignorar las propias sensaciones.
La misión del arte era, precisamente, despertar las verdaderas sensaciones, golpear a las personas para hacerlas tomar conciencia. Por eso muchos jóvenes artistas se servían de la tecnología genética y la materia orgánica para crear obras de arte. Lo llamaban arte viviente..."
El arte era una cuestión de sensaciones. Se trataba más bien de notar el efecto que producía vivir en un mundo materialista, entre lujos peripatéticos, falsas promesas y grandes decepciones. Lo que hacían mal las gentes de su tiempo era ignorar las propias sensaciones.
La misión del arte era, precisamente, despertar las verdaderas sensaciones, golpear a las personas para hacerlas tomar conciencia. Por eso muchos jóvenes artistas se servían de la tecnología genética y la materia orgánica para crear obras de arte. Lo llamaban arte viviente..."
Michael Crichton.
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